¿Sabías que a los madrileños y a las madrileñas se los conoce respectivamente como gatos y gatas?
Pues así es. El origen de este apelativo se halla en una leyenda que versa sobre la habilidad demostrada por los madrileños a la hora de asaltar una fortaleza enemiga trepando por sus muros.
Se dice que las huestes madrileñas se presentaron con cierto retraso a la cita con Alfonso VI, que iba a asaltar un castillo enemigo. Al llegar los madrileños, preguntaron dónde podían acampar. El rey, ofendido por el retraso, señaló los muros enemigos y dijo que detrás de ellos tenían reservado el lugar. Sin dudarlo, los madrileños treparon por las paredes “como gatos” ante el asombro del resto de las tropas, que gritaban “¡ahí van los gatos!” Según la leyenda, que surgió de los propios madrileños, los “gatos” lograron tomar la posición enemiga.